viernes, enero 20, 2006

Sobre la Modernidad...


Primero que todo, debo decir que lo que me movió a escribir sobre esto fue la lectura del ensayo "La Rebelión de las Masas", obra del autor español José Ortega y Gasset. Quizás no concuerde con él en muchos de sus planteamientos, pero eso no obsta el hecho de que reconozca su gran perspicacia para fotografiar momentos históricos y posteriormente apreciar cada matiz de luz que se desprende del producto de esa acción.

Después de esta necesaria introducción, es menester migrar al desarrollo del tema, cuyo título ya resulta peculiar. Quizás ocurra lo anterior porque pocos autores verían algo raro en la modernidad. Es por esto que uno de los -a mi juicio- grandes aciertos del autor hispano es descubrir o ilustrar cierto sesgo en nuestro hablar cotidiano, que desnuda la profunda soberbia de la que es presa el hombre actual.

La obra fue escrita allá por la década del 20' del pasado siglo, pero sus conclusiones son tan exactas, que nuestro tiempo no hace más que confirmar sus aseveraciones.

La soberbia en comento, está en muchos de nuestros actos, me arriesgo a decir que sobre todo a la hora de argumentar a favor o en contra de ciertas situaciones. Si no es altanería, ¿De qué otra forma se puede rubricar a la autodenominación que hizo la generación de principios de siglo pasado al tiempo en que vivían como "modernidad", y que se ha mantenido hasta hoy?. Es impresionante la forma en que un término puede expresar el sentimiento general de toda una camada de seres humanos, que, extasiados por haber conseguido un mejor nivel de vida que sus antepasados, se apresuraron a creer que la historia se iniciaba realmente con ellos, o mejor dicho terminaba la etapa de lo primitivo y bucólico, y comenzaba una existencia de posibilidades de todo tipo (En otra entrada trataré el tema del hombre masa, que viene a remover los cimientos de la idea anterior, demostrando que en realidad se inicia una época de primitivos, pero, como ya aclaré, es harina de otro costal).

¿Qué es la vida, sino eso?. Un abanico de posibilidades, en donde mientras más se tenga, más se vive; más ámbitos potenciales de desarrollo se tienen, aunque lo que realmente se escoge como "vida", es sólo la ínfima expresión de lo que se tiene como alternativa en la baraja.

La existencia del hombre antes de la "modernidad" era claramente más limitada; para los antiguos venir al mundo significaba verdaderamente un peligro, la vida se restringía estrictamente a un contexto, un estadio, del cual muchas veces era impensable salir. En la época del Imperio Romano, por ejemplo, sólo la mitad de los infantes ya supervivientes a un difícil alumbramiento y símil lactancia, lograba alcanzar los 18 años de edad, y la esperanza de vida no sobrepasaba con creces el doble o triple de esa cantidad. En este marco, su existencia carecía totalmente de esa excesiva confianza que caracteriza al hombre "moderno".

La ciencia y su hija tecnología han influido de tal forma en la mentalidad humana, dándole seguridad y estabilidad, además de un mayor confort; que ya nadie duda que en un lustro más el mundo será distinto, la calidad de vida se ubicará en un nivel más elevado. Esto que parece algo cotidiano, y que ha perdido su inicial brillo y gracia, no es concebido en su real magnitud por el hombre masa, que en su mediocridad da por sentado que se produjo por generación espontánea, que no es necesario cuidar y mantener ese avance, que se ha denominado "civilización".

Tan notoria seguridad en el porvenir nos ha obnubilado, encandilándonos con un destello demasiado repentino como para ser asimilado como exige; a tal punto que el exitismo nos ha llevado a creer que hasta los problemas existenciales del hombre están cercanos a resolverse. La invención de los llamados "derechos inherentes e inalienables" del hombre (tan congénitos que ni siquiera aparecieron a nivel masivo en otras épocas) ha venido a representar al pensamiento "moderno", y su pretendida ubicación a la vera de lo históricamente justo y de la naturaleza humana. No niego aquí sus notorias ventajas en cuanto a la convivencia de distintos sectores, pero sí critico su autorubricación como la solución definitiva e insuperable.

¿Acaso por tener una mejor calidad de vida, estamos más cercanos a la verdad que nuestros ancestros?

Creo que es un juicio demasiado apresurado como para asentir a priori. Sobre todo si los hechos demuestran que cuando hay sobras de recursos, los hombres se relajan, no se exigen al nivel que debieran, disminuyen su potencial de acción, dando paso a aberraciones y deformaciones de todo tipo. Pero como todo en la "modernidad" se enguye sin más, esta premisa ya es parte del manoseado "inconsciente colectivo". Tanto así, que muchas proposiciones son rechazadas casi en un acto reflejo, por ser consideradas como anticuadas o "pasadas de moda". ¿Hay argumento de autoridad más soberbio que ese?. "La moda me da la razón". Como si lo masivo y/o lo novísimo fueran lo correcto bajo toda circunstancia.

Esta idea asumida ya como verdad, se desvanece en sus cimientos: quien la sostiene. El hombre masa, cuya mentalidad fue forjada a la luz de los avances y como consecuencia de ellos; pero que paradojálmente no valora más que sus frutos, es el que ahora pretende imponer sus usos y costumbres, obligando al resto a seguir la moda, sin pensarlo; así como el hijo traga a ciegas la cucharada que la madre le acerca a su boca. Es interesante este tópico, pero como ya se dijo, será tratado en otra ocasión.



Nota: Esta entrada puede tener variaciones, dado que se encuentra en construcción.