jueves, julio 27, 2006

Democracia... ¿Democracia?





Ante la pregunta sobre cuáles son los aspectos sustantivos de la democracia, nos encontramos con diversas respuestas, aunque, paradójicamente, los elementos enumerados no pasan de ser aspectos adjetivos, que nos indican formas de expresión de la democracia, y no una definición de la misma. Tal es así que, con la sola pronunciación de este concepto, concurren por lo regular las ideas de mayoritarismo, soberanía popular y sufragio, siendo que estos elementos pueden estar presentes en otras formas de gobierno, y constituyen más que nada -como ya se dijo- formas de expresión.


Por otra parte, la definición del concepto es aún más compleja, teniendo en cuenta que la vulgarización del término ha llevado a homologarla a "buen gobierno", incluyendo dentro de ella todos los aspectos deseables a la hora de caracterizar un régimen político ideal. De esta forma, es frecuente oír a los más diversos sectores atribuírse el monopolio de la democracia, y la correcta aplicación de la misma.


Pero... realmente, ¿qué es democracia?. Personalmente, prefiero la definición de Robert Post, quien afirma: “La democracia busca realizar los valores de la autonomía, los que en el contexto del Estado están asociados con la práctica de la autodeterminación. […]Resulta preferible decir que el valor del autogobierno requiere que un pueblo tenga la justificada convicción de que está involucrado en el proceso de gobernarse a sí mismo. La distinción es crucial, dado que enfatiza la diferencia entre tomar determinadas decisiones y reconocer determinadas decisiones como propias. El autogobierno se relaciona con la autoría de las decisiones, y no con su realización o confección”. En otras palabras, el ciudadano que forma parte de un régimen democrático, participa en la formación de las reglas que posteriormente lo regirán, estando por esto, en una situación de autodeterminación autónoma. Esta concepción encuentra un claro referente en el personalismo ético kantiano, dado el concepto de autonomía de la voluntad que este autor sostenía. Además, concuerda con el concepto de libertad política de Kelsen, a saber, “un sujeto es políticamente libre en la medida en que su voluntad individual está en armonía con la voluntad colectiva (o general) expresada en el orden social”. Como puede apreciarse, el ciudadano es quien elabora las reglas, en un proceso colectivo, en el que participa la sociedad toda.


Por otra parte, es importante que se conciba al otro como un igual, y es aquí donde el influjo kantiano puede apreciarse aún más, al afirmar LARENZ que

“el hombre, y en general todo ser racional, existe como fin en sí mismo, no sólo como medio para usos cualesquiera de esta o aquella voluntad; debe en todas sus acciones […] ser considerado siempre al mismo tiempo como fin”.

En una democracia moderna, por lo tanto, los ciudadanos son libres de involucrarse en el discurso público con el fin de hacer que el Estado sea receptivo de sus ideas y valores, en la inteligencia de que incluso en el caso de que el Estado actúe en formas inconsistentes con esas ideas y valores, los ciudadanos podrán de todos modos mantener su identificación con el Estado. Por esto, es importante que no se adopten disposiciones que ocasionen enajenación en los ciudadanos, dado que cuando los ciudadanos se sienten alienados de la voluntad general, o del proceso por el cual la voluntad general es creada, votar respecto de asuntos se convierte simplemente en un mecanismo de toma de decisiones, un mecanismo que puede fácilmente convertirse en opresivo y antidemocrático.

Los elementos importantes, para concluir, son la autodeterminación, la autonomía de la voluntad, la igualdad de los ciudadanos en tanto agentes autolegisladores, y el acceso equitativo al discurso público.


viernes, enero 20, 2006

Sobre la Modernidad...


Primero que todo, debo decir que lo que me movió a escribir sobre esto fue la lectura del ensayo "La Rebelión de las Masas", obra del autor español José Ortega y Gasset. Quizás no concuerde con él en muchos de sus planteamientos, pero eso no obsta el hecho de que reconozca su gran perspicacia para fotografiar momentos históricos y posteriormente apreciar cada matiz de luz que se desprende del producto de esa acción.

Después de esta necesaria introducción, es menester migrar al desarrollo del tema, cuyo título ya resulta peculiar. Quizás ocurra lo anterior porque pocos autores verían algo raro en la modernidad. Es por esto que uno de los -a mi juicio- grandes aciertos del autor hispano es descubrir o ilustrar cierto sesgo en nuestro hablar cotidiano, que desnuda la profunda soberbia de la que es presa el hombre actual.

La obra fue escrita allá por la década del 20' del pasado siglo, pero sus conclusiones son tan exactas, que nuestro tiempo no hace más que confirmar sus aseveraciones.

La soberbia en comento, está en muchos de nuestros actos, me arriesgo a decir que sobre todo a la hora de argumentar a favor o en contra de ciertas situaciones. Si no es altanería, ¿De qué otra forma se puede rubricar a la autodenominación que hizo la generación de principios de siglo pasado al tiempo en que vivían como "modernidad", y que se ha mantenido hasta hoy?. Es impresionante la forma en que un término puede expresar el sentimiento general de toda una camada de seres humanos, que, extasiados por haber conseguido un mejor nivel de vida que sus antepasados, se apresuraron a creer que la historia se iniciaba realmente con ellos, o mejor dicho terminaba la etapa de lo primitivo y bucólico, y comenzaba una existencia de posibilidades de todo tipo (En otra entrada trataré el tema del hombre masa, que viene a remover los cimientos de la idea anterior, demostrando que en realidad se inicia una época de primitivos, pero, como ya aclaré, es harina de otro costal).

¿Qué es la vida, sino eso?. Un abanico de posibilidades, en donde mientras más se tenga, más se vive; más ámbitos potenciales de desarrollo se tienen, aunque lo que realmente se escoge como "vida", es sólo la ínfima expresión de lo que se tiene como alternativa en la baraja.

La existencia del hombre antes de la "modernidad" era claramente más limitada; para los antiguos venir al mundo significaba verdaderamente un peligro, la vida se restringía estrictamente a un contexto, un estadio, del cual muchas veces era impensable salir. En la época del Imperio Romano, por ejemplo, sólo la mitad de los infantes ya supervivientes a un difícil alumbramiento y símil lactancia, lograba alcanzar los 18 años de edad, y la esperanza de vida no sobrepasaba con creces el doble o triple de esa cantidad. En este marco, su existencia carecía totalmente de esa excesiva confianza que caracteriza al hombre "moderno".

La ciencia y su hija tecnología han influido de tal forma en la mentalidad humana, dándole seguridad y estabilidad, además de un mayor confort; que ya nadie duda que en un lustro más el mundo será distinto, la calidad de vida se ubicará en un nivel más elevado. Esto que parece algo cotidiano, y que ha perdido su inicial brillo y gracia, no es concebido en su real magnitud por el hombre masa, que en su mediocridad da por sentado que se produjo por generación espontánea, que no es necesario cuidar y mantener ese avance, que se ha denominado "civilización".

Tan notoria seguridad en el porvenir nos ha obnubilado, encandilándonos con un destello demasiado repentino como para ser asimilado como exige; a tal punto que el exitismo nos ha llevado a creer que hasta los problemas existenciales del hombre están cercanos a resolverse. La invención de los llamados "derechos inherentes e inalienables" del hombre (tan congénitos que ni siquiera aparecieron a nivel masivo en otras épocas) ha venido a representar al pensamiento "moderno", y su pretendida ubicación a la vera de lo históricamente justo y de la naturaleza humana. No niego aquí sus notorias ventajas en cuanto a la convivencia de distintos sectores, pero sí critico su autorubricación como la solución definitiva e insuperable.

¿Acaso por tener una mejor calidad de vida, estamos más cercanos a la verdad que nuestros ancestros?

Creo que es un juicio demasiado apresurado como para asentir a priori. Sobre todo si los hechos demuestran que cuando hay sobras de recursos, los hombres se relajan, no se exigen al nivel que debieran, disminuyen su potencial de acción, dando paso a aberraciones y deformaciones de todo tipo. Pero como todo en la "modernidad" se enguye sin más, esta premisa ya es parte del manoseado "inconsciente colectivo". Tanto así, que muchas proposiciones son rechazadas casi en un acto reflejo, por ser consideradas como anticuadas o "pasadas de moda". ¿Hay argumento de autoridad más soberbio que ese?. "La moda me da la razón". Como si lo masivo y/o lo novísimo fueran lo correcto bajo toda circunstancia.

Esta idea asumida ya como verdad, se desvanece en sus cimientos: quien la sostiene. El hombre masa, cuya mentalidad fue forjada a la luz de los avances y como consecuencia de ellos; pero que paradojálmente no valora más que sus frutos, es el que ahora pretende imponer sus usos y costumbres, obligando al resto a seguir la moda, sin pensarlo; así como el hijo traga a ciegas la cucharada que la madre le acerca a su boca. Es interesante este tópico, pero como ya se dijo, será tratado en otra ocasión.



Nota: Esta entrada puede tener variaciones, dado que se encuentra en construcción.

jueves, diciembre 22, 2005

Instituciones Públicas, Motivación y Ciudadanía.



En esta oportunidad, quiero comentar un texto de Fernando Atria, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, en el cual se exponen magistralmente ciertos puntos que parecían ajenos ya al debate.

La ponencia consta de dos partes: en la primera se discuten las condiciones necesarias para una política social igualitaria, además de mostrarse ciertas coincidencias entre la derecha y la izquierda que muchas veces pasan desapercibidas; como concluir que la igualdad sólo es posible en condiciones de abundancia material, o que la motivación de mercado es algo inherente al hombre, y por tanto inmodificable. La segunda parte gira en torno a desmentir esta última premisa, reconsiderando el impacto que tienen las instituciones sobre la estructura de motivación individual de las personas.

Mi comentario se centrará sobre todo en esta última parte, donde estimo que reside lo medular del texto: el desarrollo de la tesis que afirma que la premisa que consagra a la motivación de mercado como parte de la naturaleza humana, es sólo ideológica.

Pero, ¿Qué es la motivación de mercado?. Es lo que hace que las personas estén dispuestas a producir (o actuar) sólo en la medida que obtengan por ello un retorno. Es la base del "altruismo limitado" de Hume.

Este texto viene a dar una luz de esperanza a aquellos "huérfanos de la izquierda"(ideológicamente hablando), que se sumieron en tal estado luego de que Marx aceptara en la "Crítica al Programa de Gotha", que la motivación de mercado era parte de la esencia humana, pese a sostener otra tesis en el Prefacio a la "Contribución a la Crítica de la Economía Política", a saber:

"La totalidad de [las] relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se erige una superestructura jurídica y política, y a la que corresponden formas específicas de conciencia social" (Marx, 1858: 159-60).


Motivación y Ciudadanía

En base a lo expuesto, se puede trazar una diferencia entre una política liberal y una socialista (si esta última prefiere la posición que Marx sostiene en el Prefacio, y si acepta la premisa de que la "estructura básica" de la sociedad (Rawls) se corresponde con ciertas formas específicas de conciencia social") de la siguiente manera:

Los pensadores liberales se inclinan por dar prioridad a las formas de conciencia social, afirmando tácita o implícitamente que son anteriores a las instituciones de la estructura básica, es decir, son pre-institucionales; lo que hace que las últimas se adecuen a las condiciones fijadas externamente por las primeras. La política socialista niega esa prioridad, sin indicar esto que afirme la inversa.

Para reforzar esta diferencia, se hace referencia a la igualdad, donde para la izquierda lo importante no es la pobreza en sí, sino la reducción de esta, en tanto es causa de privación: en este contexto, las instituciones y políticas asistenciales tienen una finalidad asistencial más que redistributiva.

La visión que se trata de formular (socialista o "rousseauniana") incorpora el impacto de esas instituciones públicas en las "formas de conciencia social", cosa que la concepción liberal considera un hecho externo.

Este impacto se vería expresado en la tendencia que describe Giddens: "los ciudadanos serán crecientemente renuentes a pagar impuestos cuando lo recaudado no es utilizado en su beneficio"

¿Por qué ocurre esto?

"En la versión socialista...es un resultado (a lo menos parcial) del modo de diseño y funcionamiento de las instituciones públicas (que han sido notoriamente colonizadas por el mercado o su lógica en las últimas décadas, no sólo en Chile) y dar a ese hecho el lugar que le corresponde implica reconocer un criterio adicional de evaluación de las políticas e instituciones públicas. Quizás la introducción de sistemas privados de salud contribuye a modificar la imagen que los ciudadanos tienen de sí mismos y de sus deberes para con el otro, haciéndolos (entre otras cosas) más renuentes a pagar impuestos cuando lo recaudado no es utilizado en su beneficio.", afirma Atria.

Esto porque las instituciones definen el contenido de la ciudadanía, en el sentido de que son ellas las que definen los derechos y obligaciones que, en tanto ciudadanos, las personas tienen (ellas, incluso, determinan quiénes son y no son ciudadanos). Aquí está la tesis principal:

"Las instituciones no sólo constituyen el contenido de la noción de ciudadanía sino que también contribuyen a configurar la manera en que las personas se conciben a sí mismas y a sus relaciones con otros como personas que comparten una polis."


Para una mayo claridad, puede ser hecho otro contraste: la política puede ser concebida de un modo análogo en cierto sentido al mercado desde los orígenes de la tradición liberal. Para Adam Smith, el mercado es una institución cuyo atractivo es coordinar intereses, muchas veces antagónicos, como se aprecia en este párrafo:

"No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procura el alimento, sino la consideración de su propio interés. No invocamos sus sentimientos humanitarios sino su propio egoísmo; ni le hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas"(Smith, 1994:17).
Aplicada esta concepción a la política, ésta es pensada como una institución que transforma los intereses individuales en un interés común simplemente agregándolos, muy similar a lo postulado por J.S. Mill. La versión contemporánea de esta tesis es sostenida por la escuela "public choice", base del monismo motivacional: el individuo medio o representativo actúa sobre la base de la misma escala de valores tanto cuando participa en una actividad de mercado como cuando lo hace en la actividad política.

Conforme a esto, según los ciudadanos hobbesianos, la ciudadanía es la máscara con que las personas se desenvuelven en la vida pública, desarrollando su existencia preminentemente en la esfera privada. Surge por la necesidad de proteger lo privado de la intromisión de lo público.

A esta visión se opone la rousseauniana, donde el pacto social produce un gran cambio en el hombre, sobreponiendo la justicia social al instinto, y dando a las acciones la moralidad de la que carecían. Se da prioridad al derecho y al deber, antes que al impulso físico y el instinto; se escucha a la voz de la razón, antes que la de las inclinaciones.

Culmina concluyendo que las visiones de ciudadano no son ni verdaderas ni falsas, dado que son sólo descriptivas. Una política presupone una sociología, y esta última está dada por las instituciones públicas. Si lo que se cree es que las concepciones son pre-institucionales, lo observado en política será realista. Si, por otra parte, se sostiene que las instituciones determinan en gran forma la concepción de nosotros mismos y de nuestras relaciones con los demás; el aceptar como inmodificables las condiciones actuales que impone la concepción dominante, no es realismo, sino falsa conciencia.


Este texto nos impone el deber de reflexionar ante lo que se viene: la definición de las elecciones presidenciales. Se deberá decidir si lo que se quiere es la motivación de mercado como lema de las instituciones públicas, con el consiguiente desarrollo de ciudadanos hobbesianos; o un contrato social rousseauniano, en donde la justicia y la razón se impongan a la voz de las inclinaciones instintivas.

jueves, diciembre 01, 2005

Trabajo y Condiciones Laborales.



Este es un tema que me interesa particularmente: el trabajo y las condiciones laborles en Chile. Es un tópico que debía tratar. Comienzo:

Según datos de la dirección del trabajo, y en virtud de un estudio de la OIT; se estima que en Chile un 50% de los trabajadores viven en una situación irregular y un 18% en condiciones laborales precarias, mientras sólo un 32% tiene un empleo "decente", esto es, "contar con adecuadas condiciones laborales (seguridad social en previsión y salud), remuneraciones justas, estabilidad contractual, protección social para los trabajadores y que exista un equilibrio entre empleo y familia, según define el mismo estudio. Es decir, sólo un tercio de los chilenos trabaja en las condiciones en que debiera hacerlo. El gobierno ha hecho esfuerzos por mejorar la situación, como la elaboración del código del trabajo y la reducción de la jornada laboral, pero han sido insuficientes.

La situación es preocupante en América Latina, considerando que, aún con los datos otorgados, Chile y Costa Rica son los países con mayores niveles de "trabajo decente".

A pesar de que nuestro país ha desarrollado un gobierno cercano a la democracia, la legislación laboral no ha acompañado este proceso, no ha creado un marco regulatorio idóneo para velar por la correcta interacción entre el trabajador y el empleador.
En Chile el nivel de sindicalización es bajísimo, y las huelgas y paros no son para nada la regla general. ¿Por qué ocurre esto, si sólo un tercio de nuestros coterráneos trabaja en condiciones "decentes"?. Resulta paradójico que, pese a existir altos índices de situaciones irregulares y precarias, los trabajadores no manifiesten su malestar ni tampoco exijan mejores condiciones. Creo que esto se debe principalmente a la conocida frase: "la puerta es ancha, si quiere se va, afuera hay miles esperando por su puesto". Es una realidad sencillamente preocupante y aterradora, aquellos que tienen en sus manos el poder económico, también poseen nuestra calidad de vida.

Con respecto al desempleo, y en vista de la crisis a fines de los 90', el gobierno ha generado puestos de trabajo en forma directa, a través del fosis y las municipalidades; e indirecta, mediante subsidios a la contratación de trabajadores durante cuatro meses, financiando a las empresas el 40% del sueldo mínimo, más $50.000 destinados a capacitación. El objetivo de esto era que los nuevos trabajadores contratados, o se quedaran en su puesto por mayor tiempo del subsidiado (cuatro meses), o tuvieran más herramientas para moverse dentro del "mercado laboral"; pero los resultados fueron desesperanzadores: se crearon menos puestos de trabajo que los esperados, debido principalmente a que los empleadores sólo mantuvieron a los nuevos trabajadores por los cuatro meses que duraba el subsidio, rotándolos al cabo del tiempo señalado. No crearon nuevos empleos, y quién sabe cuánto se beneficiaron los que deberían haber sido "benefactores" con los bonos que sumaban $98.000 en total (el 40% del suedo mínimo, es decir,$48.000; más 50.000 destinados a capacitación). ¡Que gran cultura empresarial!. ¿Dónde quedó el "rol social de la empresa"?.

Un elemento importante a señalar es que el elemento exportador, gran actor en el crecimiento económico, no genera empleos (salvo el sector agrícola, que lo hace por temporadas), debido a que es menester abaratar al máximo los costos para poder competir en el mercado mundial.

En lo que respecta a la capacitación, esta última es una herramienta fundamental para el trabajador, en el marco de una nueva forma de contratar a nivel mundial, la flexibilidad y la volatilización del "mercado laboral". Los economistas actuales proponen que un trabajador posea horarios flexibles y pueda tener numerosos empleos; sin indemnización por despido y eliminando el sueldo mínimo. Esto funciona en países europeos y en EE.UU, donde la mano de obra es en su mayoría calificada y existe una cultura empresarial que propende más a una labor social (dentro de lo que puede hacerlo). Pero, ¿Qué ocurriría en Chile?. Tomando en consideración el paupérrimo nivel de calificación del "capital humano" (que término más odioso, al igual que "mercado laboral", pero muy a mi pesar, debo utilizarlo) y nuestra "cultura empresarial", quizás existiría menor desempleo, pero sin duda el sub-empleo sería altísimo, habrían trabajadores contratados por $40.000 (como actualmente hay) y otros dispuestos a ser fichados a un precio menor; no sería raro ver a personas trabajando en tres lugares, pero percibiendo sólo un poco más que el sueldo mínimo actual. Sinceramente, creo que Chile está lejos de encontrarse preparado para la "flexibilidad laboral", tanto por el bajo nivel de capacitación, como por el folklore empresarial. En Chile, sólo un 38% de las empresas cuenta con un programa de capacitación obligado, mientras en el mundo el promedio es de 92%. Sólo un 14% de las firmas destina recursos a capacitación, mientras que en el globo lo hace un 97% de ellas.
En cuanto a las prácticas de capacitación dentro de la empresa (como involucrar al trabajador en las decisiones de la firma, v. gr.) en Chile hay un índice del 26%, que contrasta con un 78% a nivel mundial. A su vez, en nuestro país se invierte en promedio por trabajador capacitado US$163, mientras que en el exterior se hace a un valor promedio de US$650. Resta mucho por hacer.

En cuanto al trabajo femenino, la inserción de la mujer en el mundo laboral no se ha visto acompañada por prácticas valorativas adecuadas, en cuanto a sus ingresos, puestos de responsabilidad y su rol en la sociedad. Su "incapacidad física" por ser eventuales madres y su "histórico rol doméstico", han incidido en prácticas discriminadoras. Así, entre 1990 y el 2002, el índice de mujeres con trabajo remunerado subió un 31%, llegando a constituir un 40% de la fuerza laboral. Sin embargo, la cesantía es más alta en el sector femenino, y sus remuneraciones son comparativamente más bajas que las de los hombres, ascendiendo la brecha a medida que aumenta el nivel educacional, a proporciones de hasta un 50%. Lo precario de su situación se manifiesta también en los planes de las ISAPRES, que tienen un costo mayor por el hecho de la eventual existencia de un embarazo.

Otro tema preocupante es el de los jóvenes entre 15 y 19 años, que trabajan sin contrato, con remuneraciones bajísimas, sin protección social, horarios incompatibles con el estudio e imposibilidad de capacitación. Se trata de adolescentes que han dejado de estudiar por razones económicas y que han asumido un rol económico activo en su familia, estando dispuestos a trabajar "a cualquier precio". En este sentido, las políticas se han centrado en desincentivar este tipo de empleo, orientándose a retener a los jóvenes en los recintos estudiantiles, para que terminen su escolaridad, pero han sido vistosamente insuficientes.

En conclusión, es posible afirmar que resta mucho por hacer en esta materia, las malas condiciones laborales tanto físicas como psicológicas son regla general hoy en día, testimonios como los de temporeras que son obligadas a trabajar con pañales para que no vayan al baño, además de ser encadenadas para que hagan su trabajo, nos hablan de un sector empresarial carente de toda ética laboral y una falta de respeto total por el que producirá los ingresos de los que posteriormente vivirán; es de esperar que los nuevos conductores de Chile (si es que pueden llamarse nuevos) que serán elegidos por nosotros el 11 de diciembre, tomen consciencia de este tópico y hagan algo por revertir esta situación.



sábado, noviembre 26, 2005

¡Consumo!; ¡Consumo!; ¡Consumo!.



Hoy, echando un vistazo a las noticias en la televisión, dí con una que llamó profundamente mi atención, además de aterrarme profundamente. Estaba ilustrada con espantosas imagenes, en las que personas como usted o como yo, se encontraban agolpadas como una enorme manada tras una puerta de vidrio. Luego de darse un aviso, se abrió esta puerta, y la masa de gente entró a una velocidad impresionante, casi como un aluvión. Muchas de las que estaban en la vanguardia de este grupo cayeron, mientras el resto pasaba sobre sus miembros sin miramientos, pisoteando caras, abdómenes, brazos y piernas. Pero no bastó con eso, ocurrió lo más terrible y despreciable: unos cuantos individuos, luego de haber ingresado al recinto, se dedicaron a botar por medio de combos y patadas al resto que venía entrando, lo que formó una pila de cuerpos humanos, una masa de estructuras retorciéndose en el piso, como anhelando una luz, la satisfacción que habían venido a buscar.

¿Cuál era el motivo de esta terrible escena?.

Nada más ni nada menos que la pandemia del siglo XXI: el consumismo. Una fuerte rebaja en cierto producto ocasionó esta terrible situación, en donde seres humanos olvidaron su condición de tales y se comportaron como ganado, que pese a estar en un conjunto con sus pares no tuvieron empacho en golpearlos y pisotearlos, creyendo cada uno de ellos ser los únicos que existían en ese momento.

Es increíble el hecho de que un bien sea más importante que una persona. Este fenómeno se puede apreciar también en el caso Pinochet, en donde fue enjuiciado antes por sus cuentas que por las violaciones a los derechos humanos; es decir, fue más relevante el hecho de que robara a el que ordenara matar y torturar a seres iguales a él. Pero eso es tema para otro comentario.

"El mundo consume productos y servicios a un ritmo insostenible, con resultados graves para el bienestar de los pueblos y el planeta", dicen los investigadores. Mientras más de 3000 millones de personas, es decir, casi la mitad del planeta, vive con US$2 diarios (unos $1200 chilenos); el 25% restante (1700 millones) ha adoptado un estilo de vida que en el pasado era exclusivo de los acaudalados.

Sin embargo, este apetito insostenible no sólo está afectando a los pobres, sino también a los sectores de más ingresos. Los mayores índices de obesidad, el endeudamiento crónico, la eterna escacez del tiempo y la degradación ambiental son algunos de los síntomas del consumismo, una enfermedad que ha alcanzado ribetes impensados.

El instituto Worldwatch cree que el consumismo que afecta a los países desarrollados y a los que están en vías de serlo ha ejercido presiones sin precedentes sobre los recursos naturales del planeta. Los bosques, tierras agrícolas, selvas y espacios vírgenes son arrasados para dar paso a casas, industrias, centros comerciales, etc. "El consumismo destruye los sistemas naturales de los que todos dependemos y hace aún más difícil el que los pobres satisfagan sus necesidades básicas", agrega Christopher Flavin, el director del centro de estudios.
Según el mismo instituto, el país con más altos índices de consumo es Estados Unidos, donde hay más automóviles que personas que puedan conducirlos. Sin embargo, sólo un tercio de ellos declaró ser "muy feliz", cifra que es igual a la de 1957, donde los niveles de consumo ni siquiera rasguñaban los actuales.

Sin mayor esfuerzo se deduce que el consumismo sólo otorga niveles pasajeros de "felicidad", que más que eso constituye una sensación de bienestar, al haber satisfecho una necesidad imperiosa, que paradójicamente no es vital, sino creada o artificial.

Ya se hace típico el ver a personas que apenas disponen de dinero para comer o vivir en forma digna, pero extrañamente tienen un televisor con pantalla plana y dolby sorround, un equipo musical de última tecnología, un refrigerador nano silver, o una lavadora de gran valor comercial. Realmente es penoso el hecho de que la publicidad haya creado necesidades antes inexistentes para estas personas, incrustándoles en sus mentes la idea fija de obtener un bien que les producirá una satisfacción garantizada, pero que a fin de cuentas sólo llena por una milésima de segundo el vacío generado por numerosas injusticias y desigualdades sociales, por problemas derivados de ellas, o por los variados sucesos de un trágico historial de vida.

En efecto, el consumismo se ve incentivado esencialmente por:

  • La publicidad,
  • La predisposición de usar y tirar de muchos productos,
  • La baja calidad de algunos productos que conllevan un período de vida útil relativamente corto, y que son atractivos por su bajo costo,
  • Algunas patologías como la obesidad y la depresión, que nos hacen caer en publicidad engañosa, creyendo que con esto podemos resolver nuestro problema consumiendo indiscriminadamente productos de diversa índole,
  • La cultura y la presión social, etc.

Además de generar daños en los recursos naturales, contaminación, desequilibrios económicos, desigual distribución de la riqueza, aumento en los niveles de basura; produce efectos familiares, como el endeudamiento y el consumo de bienes innecesarios. También altera la alimentación, con la oferta a bajo costo de productos de mala calidad contenedores de basura inorgánica.

El consumismo y el inmediatismo son problemas preocupantes, que para mi al menos constituyen una enfermedad social, que debilita la crítica y el análisis, y desvía la atención de aquellos asuntos relevantes, volviendo superfluo a lo trascendente y fundamental a lo efímero.

Mi objetivo, como siempre, es que mediten sobre el tema. Espero que esta pandemia no se expanda más allá de los frágiles límites de la razón, aunque creo que ya lo hizo.

miércoles, noviembre 23, 2005

Distribución del Ingreso.


Un tema muy en boga en los últimos meses, sobre todo a raíz de las elecciones presidencial y parlamentaria; es la abismante desigualdad existente en Chile, lo que nos conduce inevitablemente a la distribución del ingreso. En Chile, la diferencia entre el 5% que percibe menos ingresos, y el 5% que amasa más, es de la preocupante cantidad de 204 veces(datos en MIDEPLAN). Qué país puede decir que está en vias de desarrollo si tiene ese índice de desigualdad. Es increíble que ante las favorables cifras macroeconómicas, los numerosos TLC, la apertura al comercio exterior, el alza en el precio del metal rojo, y tantas otras buenas noticias que salen en los diferentes medios de comunicación; figuren semejantes cifras de desigualdad en el ingreso. Se podría decir con bastante seguridad, en base a datos proporcionados por un estudio de Harald Beyer y Carmen Le Foulon (Documento disponible en la página web del CEP, a saber, http://www.cepchile.cl/dms/lang_1/doc_3031.html ) que esta es una situación que se arrastra desde los años sesenta, en donde en un contexto de aumento general del nivel salarial, hubo un importante incremento de la dispersión en las remuneraciones. Así, mientras el crecimiento en los salarios por hora de los que estaban en la parte inferior de la distribución salarial, ascendía a una tasa promedio anual de un 3%, los salarios de los grupos ubicados en la parte superior de la distribución anual lo hacían a un 6% promedio al año. La situación se vió agravada con la gran inflación a comienzos de los setenta, que disminuyó considerablemente los salarios reales de los quintiles más bajos, contexto que empeoró aun más con la crisis del 75' y la del 80'-82'. En estos períodos se experimentó un alto desempleo, lo que redujo en mayor medida los ya mermados salarios. Hay que tener en cuenta que, en virtud de los principios del modelo económico imperante en la época, que continua con gran fuerza hoy; el desempleo significa sí o sí una baja en los ingresos domésticos, ya que en estas circunstancias hay mayor oferta por mano de obra, lo que es un incentivo para las empresas que demandan trabajo a bajar las remuneraciones, ya que un cesante estará dispuesto a ingresar al "mercado laboral" a cualquier costo, con tal de salir de su angustiante situación. Asimismo, los que están trabajando, ven disminuir además de sus ingresos, sus derechos y la calidad del entorno en que se desenvuelven desarrollando sus actividades laborales. Esto se agrava aún más si se está en presencia de un aumento inflacionario, ya que, siguiendo a economistas como Keynes, en este contexto se debe resolver el dilema de si se opta por disminuir la inflación, o por aplacar el desempleo, dado que ambas cosas no se pueden resolver simultáneamente. Por ejemplo, en el Estados Unidos que vivió la crisis del 29', se optó por terminar con la inflación, lo que trajo graves consecuencias para los cesantes, que subsistieron por bastante tiempo. La misma crisis -en donde Chile fue el país más afectado a nivel mundial- provocó la toma de medidas a nivel estatal que configuraron el escenario que en los sesenta habría de causar una dispersión en la distribución salarial. En los noventa, se produjo una leve disminución de la desigualdad en la distribución del ingreso, pero no pudo cicatrizar las profundas llagas originadas en los sesenta y setenta. Esto a pesar de que desde el 84' al 94' dos millones de personas dejaron de estar bajo la línea de la pobreza.

Pese a los avances logrados en el último tiempo, y las políticas en educación implementadas por los distintos gobiernos, la desigualdad sigue siendo un problema subsistente. Planteo lo de la educación porque, según el estudio ya citado, y siguiendo a diversos economistas; esta materia es una de las grandes causantes de la desigualdad. El sector calificado triplicó sus salarios desde los sesenta hasta hoy, mientras que el sector no calificado sólo los duplicó. Esto teniendo en cuenta que los ingresos del sector profesional ya eran mucho más altos. Pese a esto, la diferencia que hoy se aprecia, es por el crecimiento del quintil más alto, que no se ha visto mayormente afectado por las crisis del 70', 75' y 80-82, siendo los ingresos de la clase media los más afectados. El sector que completaba la educación media en los sesenta, ganaba la mitad más que el que sólo terminaba la básica. Hoy esa cantidad se ve disminuida a un 35%. Todos pensaríamos que es un avance, pero no es así; lo sería si el sector menos calificado hubiese aumentado su salario, pero fue el sector medio el que lo vió disminuir.

Hay que considerar que el sector más pobre es el que presenta menos desarrollo en "capital humano", lo que provoca un detrimento en sus ingresos. Si pensamos en un hogar de este sector, además de percibir menores remuneraciones por la no capacitación, presenta la más alta tasa de desocupación femenina, que se produce por la falta de educación escolar. Esto agrava aún más su situación.

Hemos visto que el problema no se gesta en los años recien pasados, sino que es consecuencia de eventos que provienen desde la crisis del 29', que afectó a nuestro país de una forma atroz. El mejorarlo es responsabilidad no sólo del gobierno, sino también del sector empresarial, que debe aceptar una mejora en las condiciones laborales y otorgar salarios más equitativos, proporcionales al trabajo realizado y a la contribución de este en los ingresos productivos. No basta sólo con producir empleo, como los economistas monetaristas y keynesianos creen, sino que este además debe ser de calidad -sin subempleo- y con un salario digno.

miércoles, noviembre 09, 2005

El Modelo Económico en la Constitución.


El constitucionalista Arturo Fernandois(MPA Harvard), publicó un artículo hoy, 9 de Noviembre de 2005 en "El Mercurio", en donde cuestiona desde la perspectiva de la Constitución Política de la República, la propuesta de algunos candidatos acerca de cambiar el modelo económico. Señala:

En realidad el modelo puede cambiarse bastante, pero no radicalmente. Para un reemplazo completo habría que modificar nuevamente la Constitución. Esto implica rediseñar los consensos básicos del humanismo libertario que sustenta la institucionalidad.
En base a esto, cabe deducir que hay un modelo económico respaldado por la Constitución, cuyos cimientos están bastante arraigados(tanto o más difíciles de modificar que las normas de la propia Carta Política), pudiendo cambiar sólo partes de la ornamentación. Además, se infiere que el marco ideológico de la Constitución, está conectado estrechamente con dicho modelo económico, algo bastante conocido por lo demás. Pese a esta lógica deducción, añade:

"La Carta Fundamental no opta por un modelo económico preciso, y por tanto admite muchos modelos posibles que sean coherentes con el conjunto de principios y valores que cimentan el ordenamiento jurídico chileno."

Ante esto cabe hacerse la pregunta: ¿Qué incluye esa tan variada gama de modelos económicos posibles?. Respuesta: neoliberalismo económico y sus variantes. Elija, la Constitución le proporciona una gran variedad de modelos de los cuales usted (o mejor dicho representante) puede escoger el mejor. Dejando la ironía, no se establece claramente qué modelos son coherentes con "el conjunto de principios y valores que cimentan el ordenamiento jurídico chileno", pese a que sea deducible sin un gran esfuerzo. Continúa:

"Como contrapartida, la Constitución no toleraría un reemplazo al sistema de valores y principios que fundan el llamado "modelo". En estos valores, la carta no es neutra. Si se tratara de terminar con el sistema económico basado en la libertad, la subsidiariedad del Estado, el derecho de propiedad privada, el libre emprendimiento económico - que permite empresas incluso en materia de salud, previsión o educación- u otros como la proporcionalidad tributaria, la política monetaria independiente y otros valores insertos en la Constitución, entonces aquel candidato o Presidente reformista enfrentaría serias dificultades políticas. Su ideario se transformaría en inviable."




Después de leer este párrafo, queda claro que la Constitución protege un determinado sistema económico, si no es así; ¿Dónde está la variedad de modelos con estos valores?. El sistema económico resguardado es claro: neoliberalismo económico. Simplemente, lo que hago aquí es expresar algo absolutamente conocido ya por todos. El autor se contradice en varios puntos, ya que lo que expresa en los párrafos citados -provenientes del mismo artículo, por supuesto-, se podría sintetizar de la siguiente forma: "puedes modificar en gran parte el modelo, pero no puedes cambiar sus bases ni sus valores y principios, siendo los cambios introducidos sólo transitorios". Entonces, ¿Se puede cambiar realmente el modelo?. La respuesta a esta interrogante es no, aunque el autor haya querido dejar la impresión contraria. Máxime cuando los grandes cambios a los que se refiere, se reducen a políticas económicas dentro del mismo modelo, como la política cambiaria o impositiva. Esto último aclara aún más mi tesis.
Por otra parte, pretende desviar la atención y confundir al lector, ya que primero define "modelo económico" como "un conjunto coherente de políticas económicas determinadas", cuyo contenido recae obviamente en "la autoridad de turno: el Presidente, el legislador, los creadores de políticas públicas, esencialmente transitorias". En otras palabras, reduce la definición de "modelo económico" a las políticas económicas transitorias impulsadas por el gobierno de turno, es decir, algo que puede modificarse mes a mes, si se quiere. Mas luego, al referirse a la inviabilidad de los pretendidos cambios a dicho modelo, incluye en este un factor no enunciado en la definición anterior: sus principios y valores. No sólo ocultó esta información, sino que además omitió el hecho de que están protegidos constitucionalmente, lo que en sí no es menor, sino todo lo contrario.
Cabe sorprenderse ante las políticas "socializantes" propuestas por el autor, entre las que nombra el aumentar o disminuir impuestos, algo que supuestamente fue citado como externo al modelo, en circunstancias de que un modelo neoliberal lo permite, e incluso lo promueve en muchos casos; es más, contempla instituciones para ello.
Por otra parte, habla de grandes armas con las que cuenta el presidente para enfrentar a la autoridad económica independiente (Banco Central), las que se reducen a "acciones negativas", es decir, únicamente puede negarse a hacer algo, como por ejemplo, firmar un tratado internacional. ¡Grandes armas!. Pero esta orgía de pachotadas aún no termina:

"Una vez terciada la banda presidencial, el Presidente podría implementar políticas agresivas de igualdad, por vía de imponer limitaciones al derecho de propiedad privada. Para esto requiere de leyes de quorum simple, algo que su coalición política le proveerá con facilidad. Su límite jurídico es no afectar la esencia del dominio o de sus facultades"..."lo probable es que el Presidente llegue a asfixiar bastante la propiedad privada antes de que los fusibles institucionales lo detengan."



Esto significa que el presidente, aunque apruebe numerosos proyectos de ley encaminados a sustentar cierto modelo económico de carácter izquierdista -digámoslo de una vez-, se verá frenado por los "fusibles institucionales". Sencillamente notable y digna de destacar, es la osadía del autor para contradecirse tan descaradamente en un medio de difusión pública. ¿No era que la Constitución no protegía ningún modelo económico claramente?. Para terminar agrega:


"...hasta cierto punto la Constitución permitiría en paz el proceso, siempre que no se vulneren derechos fundamentales ni las bases de libertad, propiedad e igualdad que alimentan el sistema constitucional mismo."

Es decir, la Constitución no intervendría como posible barrera si se respetan principios y valores consagrados en ella (que extrañamente coinciden en gran parte con los del modelo económico), tales como la subsidiariedad o el libre emprendimiento, bases que la izquierda no considera generalmente dentro de sus postulados. Entonces,¿ Se puede cambiar el modelo?. ¿Protege la Constitución un modelo determinado?. Saquen sus propias conclusiones.