¡Consumo!; ¡Consumo!; ¡Consumo!.
Hoy, echando un vistazo a las noticias en la televisión, dí con una que llamó profundamente mi atención, además de aterrarme profundamente. Estaba ilustrada con espantosas imagenes, en las que personas como usted o como yo, se encontraban agolpadas como una enorme manada tras una puerta de vidrio. Luego de darse un aviso, se abrió esta puerta, y la masa de gente entró a una velocidad impresionante, casi como un aluvión. Muchas de las que estaban en la vanguardia de este grupo cayeron, mientras el resto pasaba sobre sus miembros sin miramientos, pisoteando caras, abdómenes, brazos y piernas. Pero no bastó con eso, ocurrió lo más terrible y despreciable: unos cuantos individuos, luego de haber ingresado al recinto, se dedicaron a botar por medio de combos y patadas al resto que venía entrando, lo que formó una pila de cuerpos humanos, una masa de estructuras retorciéndose en el piso, como anhelando una luz, la satisfacción que habían venido a buscar.
¿Cuál era el motivo de esta terrible escena?.
Nada más ni nada menos que la pandemia del siglo XXI: el consumismo. Una fuerte rebaja en cierto producto ocasionó esta terrible situación, en donde seres humanos olvidaron su condición de tales y se comportaron como ganado, que pese a estar en un conjunto con sus pares no tuvieron empacho en golpearlos y pisotearlos, creyendo cada uno de ellos ser los únicos que existían en ese momento.
Es increíble el hecho de que un bien sea más importante que una persona. Este fenómeno se puede apreciar también en el caso Pinochet, en donde fue enjuiciado antes por sus cuentas que por las violaciones a los derechos humanos; es decir, fue más relevante el hecho de que robara a el que ordenara matar y torturar a seres iguales a él. Pero eso es tema para otro comentario.
"El mundo consume productos y servicios a un ritmo insostenible, con resultados graves para el bienestar de los pueblos y el planeta", dicen los investigadores. Mientras más de 3000 millones de personas, es decir, casi la mitad del planeta, vive con US$2 diarios (unos $1200 chilenos); el 25% restante (1700 millones) ha adoptado un estilo de vida que en el pasado era exclusivo de los acaudalados.
Sin embargo, este apetito insostenible no sólo está afectando a los pobres, sino también a los sectores de más ingresos. Los mayores índices de obesidad, el endeudamiento crónico, la eterna escacez del tiempo y la degradación ambiental son algunos de los síntomas del consumismo, una enfermedad que ha alcanzado ribetes impensados.
El instituto Worldwatch cree que el consumismo que afecta a los países desarrollados y a los que están en vías de serlo ha ejercido presiones sin precedentes sobre los recursos naturales del planeta. Los bosques, tierras agrícolas, selvas y espacios vírgenes son arrasados para dar paso a casas, industrias, centros comerciales, etc. "El consumismo destruye los sistemas naturales de los que todos dependemos y hace aún más difícil el que los pobres satisfagan sus necesidades básicas", agrega Christopher Flavin, el director del centro de estudios.
Según el mismo instituto, el país con más altos índices de consumo es Estados Unidos, donde hay más automóviles que personas que puedan conducirlos. Sin embargo, sólo un tercio de ellos declaró ser "muy feliz", cifra que es igual a la de 1957, donde los niveles de consumo ni siquiera rasguñaban los actuales.
Sin mayor esfuerzo se deduce que el consumismo sólo otorga niveles pasajeros de "felicidad", que más que eso constituye una sensación de bienestar, al haber satisfecho una necesidad imperiosa, que paradójicamente no es vital, sino creada o artificial.
Ya se hace típico el ver a personas que apenas disponen de dinero para comer o vivir en forma digna, pero extrañamente tienen un televisor con pantalla plana y dolby sorround, un equipo musical de última tecnología, un refrigerador nano silver, o una lavadora de gran valor comercial. Realmente es penoso el hecho de que la publicidad haya creado necesidades antes inexistentes para estas personas, incrustándoles en sus mentes la idea fija de obtener un bien que les producirá una satisfacción garantizada, pero que a fin de cuentas sólo llena por una milésima de segundo el vacío generado por numerosas injusticias y desigualdades sociales, por problemas derivados de ellas, o por los variados sucesos de un trágico historial de vida.
En efecto, el consumismo se ve incentivado esencialmente por:
¿Cuál era el motivo de esta terrible escena?.
Nada más ni nada menos que la pandemia del siglo XXI: el consumismo. Una fuerte rebaja en cierto producto ocasionó esta terrible situación, en donde seres humanos olvidaron su condición de tales y se comportaron como ganado, que pese a estar en un conjunto con sus pares no tuvieron empacho en golpearlos y pisotearlos, creyendo cada uno de ellos ser los únicos que existían en ese momento.
Es increíble el hecho de que un bien sea más importante que una persona. Este fenómeno se puede apreciar también en el caso Pinochet, en donde fue enjuiciado antes por sus cuentas que por las violaciones a los derechos humanos; es decir, fue más relevante el hecho de que robara a el que ordenara matar y torturar a seres iguales a él. Pero eso es tema para otro comentario.
"El mundo consume productos y servicios a un ritmo insostenible, con resultados graves para el bienestar de los pueblos y el planeta", dicen los investigadores. Mientras más de 3000 millones de personas, es decir, casi la mitad del planeta, vive con US$2 diarios (unos $1200 chilenos); el 25% restante (1700 millones) ha adoptado un estilo de vida que en el pasado era exclusivo de los acaudalados.
Sin embargo, este apetito insostenible no sólo está afectando a los pobres, sino también a los sectores de más ingresos. Los mayores índices de obesidad, el endeudamiento crónico, la eterna escacez del tiempo y la degradación ambiental son algunos de los síntomas del consumismo, una enfermedad que ha alcanzado ribetes impensados.
El instituto Worldwatch cree que el consumismo que afecta a los países desarrollados y a los que están en vías de serlo ha ejercido presiones sin precedentes sobre los recursos naturales del planeta. Los bosques, tierras agrícolas, selvas y espacios vírgenes son arrasados para dar paso a casas, industrias, centros comerciales, etc. "El consumismo destruye los sistemas naturales de los que todos dependemos y hace aún más difícil el que los pobres satisfagan sus necesidades básicas", agrega Christopher Flavin, el director del centro de estudios.
Según el mismo instituto, el país con más altos índices de consumo es Estados Unidos, donde hay más automóviles que personas que puedan conducirlos. Sin embargo, sólo un tercio de ellos declaró ser "muy feliz", cifra que es igual a la de 1957, donde los niveles de consumo ni siquiera rasguñaban los actuales.
Sin mayor esfuerzo se deduce que el consumismo sólo otorga niveles pasajeros de "felicidad", que más que eso constituye una sensación de bienestar, al haber satisfecho una necesidad imperiosa, que paradójicamente no es vital, sino creada o artificial.
Ya se hace típico el ver a personas que apenas disponen de dinero para comer o vivir en forma digna, pero extrañamente tienen un televisor con pantalla plana y dolby sorround, un equipo musical de última tecnología, un refrigerador nano silver, o una lavadora de gran valor comercial. Realmente es penoso el hecho de que la publicidad haya creado necesidades antes inexistentes para estas personas, incrustándoles en sus mentes la idea fija de obtener un bien que les producirá una satisfacción garantizada, pero que a fin de cuentas sólo llena por una milésima de segundo el vacío generado por numerosas injusticias y desigualdades sociales, por problemas derivados de ellas, o por los variados sucesos de un trágico historial de vida.
En efecto, el consumismo se ve incentivado esencialmente por:
- La publicidad,
- La predisposición de usar y tirar de muchos productos,
- La baja calidad de algunos productos que conllevan un período de vida útil relativamente corto, y que son atractivos por su bajo costo,
- Algunas patologías como la obesidad y la depresión, que nos hacen caer en publicidad engañosa, creyendo que con esto podemos resolver nuestro problema consumiendo indiscriminadamente productos de diversa índole,
- La cultura y la presión social, etc.
Además de generar daños en los recursos naturales, contaminación, desequilibrios económicos, desigual distribución de la riqueza, aumento en los niveles de basura; produce efectos familiares, como el endeudamiento y el consumo de bienes innecesarios. También altera la alimentación, con la oferta a bajo costo de productos de mala calidad contenedores de basura inorgánica.
El consumismo y el inmediatismo son problemas preocupantes, que para mi al menos constituyen una enfermedad social, que debilita la crítica y el análisis, y desvía la atención de aquellos asuntos relevantes, volviendo superfluo a lo trascendente y fundamental a lo efímero.
Mi objetivo, como siempre, es que mediten sobre el tema. Espero que esta pandemia no se expanda más allá de los frágiles límites de la razón, aunque creo que ya lo hizo.